domingo, 27 de agosto de 2017

Dame la mano

Ha pasado un año y he llegado a la respuesta.

Tuvimos algo raro, fue raro. Lo único que sé es que no lo podía controlar. Era verte y el corazón se me aceleraba, me temblaban las piernas. La sensación aumentaba conforme te ibas acercando, hasta que 'blup', llegabas a mí. Me cogías una mano o me abrazabas, y los temblores cesaban al instante y la sangre de más que había bombeado mi corazón iba de golpe a mis extremidades para estrujarte con fuerza. Era el poder que tenías sobre mí. Te quería, lo sé, y mucho. Quiero pensar que tú a mí también, no quiero creer que ese brillo que había en tus ojos cuando me mirabas era cosa de mi imaginación, no quiero pensar que las veces que te encontraba ausente mirándome era solo en mis sueños, quiero creer que todos esos pequeños detalles eran reales, aunque a veces es difícil saber con certeza algo de lo que nunca se ha hablado con claridad. A pesar de esa pequeña magia, no conseguimos hacer un truco final en el que ser aquello que queríamos ser, una pareja. 

Ha pasado más de un año, y sí, me he preguntado muchas veces si fue real, si me quisiste, lo típico. Pero cuando ya ha pasado tanto tiempo la pregunta que más rondaba mi cabeza era cómo, por qué. Cómo puedo no haberte olvidado si no llegamos a ser gran cosa. Por qué no soy capaz de odiarte o pasar página. Pensaba que la respuesta era que me enamoré, que te quise, y sin embargo ahora lo sé. Es cierto que te quise, es cierto que me enamoré y lo que me mata es que nunca lo reconocí, que nunca luché por ti, que preferí el orgullo a ti.

Siempre he odiado la gente que pierde la dignidad detrás de alguien que sabe que no va a volver y solo le hace daño, y ahora sé que el mayor daño es ni siquiera intentarlo. Porque qué clase de persona es aquella que ni siquiera intenta recuperar a la persona a la que quiere. Un cobarde. Y eso fui yo, desde el principio de nuestra historia hasta el final. Es por lo que no soy capaz de culparte, porque pienso que ni siquiera intenté recuperarte y podía haberlo conseguido. Porque si no te recuperé es como si yo también lo hubiera dejado. Porque te dejé escapar. Porque siento que es mi culpa no haberte cogido de la mano cuando te quisiste ir. Y diréis, él es el que se quiso ir, tú no tienes que convencer a nadie. No era agarrarle lo que tenía que haber hecho simplemente extender la mano, para quedarme tranquila de que yo al menos hice lo que pude, eso es lo que me impide avanzar. Porque me he dado cuenta, cuando el ya está a miles de kilómetros de distancia, que le quiero más a él que a mi orgullo y aquí estoy con el brazo extendido sin avanzar cuando ya es tarde, o corro detrás de él para alcanzarle o le dejo escapar y recojo el brazo. Y no soy capaz de ninguna de las dos porque no soy valiente y porque no quiero seguir siendo cobarde. Y aquí sigo con el brazo extendido.

Porque viajo no estoy loco

Escapar. Huir. Dejar atrás. Creo que eso es lo que me gusta de viajar. Desconectar de lo que conoces, de la rutina que te atormenta, de los recuerdos que te parten en dos. Salir y respirar. Es todo nuevo. Caminas, observas, procesas, aprendes. Estás tan concentrado en descubrir que olvidas todo aquello de lo que escapabas, o lo ves distinto, desde otra perspectiva, diminuto. Cuando vuelvo siempre me entra el pánico. Un ladrón nunca vuelve a la cárcel por su propio pie, ¿porqué tengo que volver yo? Solo quiero escapar, huir, dejar atrás.

Heridas del rock&roll

He vuelto a escuchar mi lista rock de spotify. He recordado partes de mí que se me habían olvidado. He bailado delante del espejo gritando y saltando, sacando todos mis adentros. He recordado por qué soy tan melancólica, tan enfermiza de los sentimientos, tan "anclada". Siempre quise sentir lo que cantaban las letras de esas canciones, quise saber lo que significaba querer hasta el punto de no poder retroceder. 

LOST

Dicen que he perdido peso. Los exámenes es la excusa más típica e infalible, pero ya con 22 si de verdad alguien me conociera sabría que ha...